Dios está en Control

“¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!” (Salmos 46:10 DHH)

Cada día, tienes que decidir quién va a estar en control de tu vida –tú o Dios.

Esa elección es una batalla. Hay cosas en tu vida que quieres controlar. Quieres crear tus propias reglas. Pero el alivio para el estrés siempre comienza con permitirle a Dios ser Dios. Siempre comienza diciendo: “Dios, te rindo el control, porque tú puedes controlar las cosas que están fuera de control en mi vida.”

Salmos 46:10 dice, “¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!” (DHH).

Yo no sé a lo que te vas a enfrentar en esta semana. Tú tampoco. Pero puedo decirte lo que Dios quiere que hagas: dejar y entender. Deja el control y entiende que Dios está en control. ¡Deja y entiende! Este es el primer paso para tener serenidad en tu vida.

Cuando enfrentamos situaciones fuera de control, tendemos a irnos a un extremo. Para algunos de ustedes, entre más fuera de control está su vida, más intentas controlarla. Otros hacen exactamente lo opuesto: ¡sólo se rinden! Tienes una fiesta triste y eres el único en ella.

Ambas reacciones al estrés son equivocadas. No funcionan. En lugar de convertirte en la victima o el querer ser controlador, necesitas orar la oración de rendición.

La razón número uno por la que estás bajo estrés es porque estás en conflicto con Dios. Estás intentando controlar cosas que sólo Dios puede controlar. No puedes controlar a tu esposo o a tus hijos a tu esposa o tu trabajo o tu futuro o tu pasado o cosas semejantes. Entre más lo haces, más quieres tomar el lugar de Dios, y eso te pone en oposición a Dios. No sólo perderás ese conflicto, sino que también te desgastarás.

Millones de personas oran la oración de serenidad, la cual está basada en la oración del Señor, pero muchos nunca han leído las últimas ocho líneas de la oración: “Viviendo un día a la vez; aceptando las dificultades como la senda a la paz;  tomando, como hizo Jesús, a este mundo pecador tal como es, no como quisiera que fuera: Confiando que Tú harás bien todas las cosas si me someto a Tu Voluntad; para que esté razonablemente feliz en esta vida y sumamente feliz en la que viene. Amén”

¡Ahí es donde está el poder! Hay poder cuando  rindes ante Dios las cosas que has estado intentado arrebatar de su control.

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